viernes, 7 de octubre de 2016

BAÑO DE SANGRE VOL. 10 – “IDILA”

Queridos y queridas bañistos y bañistas, una semana más os traemos vuestra dosis de sangre, y con esta van 10 (si no contamos los especiales). ¿Qué mejor ocasión que ésta para hacer una reseña “especial”?

Hace ya algún tiempo que quería hacer una reseña en la que no os recomiende una película, si no que más bien os evite verla. O, por lo menos, que os prepare para saber a qué os vais a enfrentar, porque somos de la opinión que uno no puede juzgar sin conocer. Aunque la experiencia lleva a saber, sin necesidad de ver más que un minuto de tráiler y el póster del film, qué puede valer la pena ver o qué será una pérdida total de tiempo. Luego están aquellos a los que les va la marcha y, aun sabiendo que probablemente se vayan a tragar un bodrio mayúsculo, se lanzan a la carretera. A tope y sin frenos. Y ahí, amigos míos, es donde entra un servidor.


Por lo general suelo salir contento de cualquier festival, puesto que mantengo las expectativas bajas, la mente abierta, dejo los prejuicios en el coche y veo todas las películas desde el prisma que deberían ser vistas. Es decir, que veo cada película como lo que es, y no espero una obra con la calidad técnica de, qué se yo… Mulholland Drive, si estoy viendo un slasher.

El pasado mes de Julio, en nuestro querido Sant Cugat Fantàstic, al saber que me iba a enfrentar a una tarde de survivals en entornos rurales con la chilena Sendero y la eslovena Idila, hice el ejercicio de rigor para dejarme llevar y disfrutar de la masacre… pero fue difícil. 


Idila es la primera película de terror rodada y producida íntegramente en Eslovenia y, a pesar de ser relativamente disfrutable si uno ignora los fallos, es ni nada más ni nada menos que un cliché de hora y media. A medio camino entre Las Colinas Tienen Ojos y La Matanza de Texas es un survival de manual repleto de errores y… sí, repetimos: repletito de clichés. Incluso su “giro de guion” es algo que hemos visto ya cientos de veces. Tenemos todos los ingredientes: paletos sin motivo aparente para matar (su primera aparición en modo “qué cojones hacéis en mis tierras” me provocó un facepalm espontáneo), personajes siniestros que aparentemente no tienen ninguna relación con los paletos pero que al final resulta que son familia (no es spoiler, lo habríais sabido a los 5 minutos de película de todas formas), secundarios odiosos que deseas que asesinen de la forma más humillante y dolorosa posible, etcétera puntos suspensivos. La película alcanza su cota máxima de vergüenza ajena en sus últimos 20 minutos, con el juego del gato y el ratón habitual pero con situaciones ridículas, y con la sensación constante de que había que alargar el guion.

Las muertes son disfrutables, tiene buenas ideas, pero ninguna bien explotada. De todos modos, sí que termina uno con la sensación de que con más presupuesto y tiempo (y, tal vez, otro guionista) podría haber salido algo mucho más potable.


¿Sabéis esos deuvedeses que pilláis por 1 pavo o menos (y precintado) y a lo que no recurres en la vida porque siempre tienes algo mejor que ver? Pues a eso está destinado Idila. Y ojo, que ha participado y ganado premios en algunos festivales… pero ya se sabe que las verdaderas joyas, por suerte o por desgracia, casi suelen acabar siendo “el secreto mejor guardado”.

Nos vemos por Sitges estos días, cinedominguers. Si nos veis, decid hola. O huid, eso ya es cosa vuestra. 

HEIL SEITAN

Óscar Lladó

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